Cuando es puro el amor
Ven, ocúltate aquí conmigo entre mis brazos, abarcado y medido con ansia enloquecedora tu cuerpo con mi amor. Mi sed de tí se tornará suave melodía. Verás, cielo mío, yo haré que algo así, como el sueño del niño que durmiendo confiado esboza rosada sonrisa sobre el pálpito materno recostado, algo aún mejor que eso inunde toda tu alma. No, no habrá lujuria. No puede haberla cuando es puro el amor. Pero te llevaré de mi mano por senderos de esmeraldas, y surcaremos gozosos embriagados con besos estelas intergalácticas. Viviremos nuevos mundos entre atmósferas ámbar y brisas celestes y malvas. Ven, ven aquí donde no nos vieran aviesas y torpes miradas. En nuestro escondite hará su nido la luz. Y evolucionarán gozosas, mil especies de peces exóticos, mezclados graciosamente con polícromos pájaros y mariposas. Sin atravesar el desierto, ni el valle de la sombra de la muerte, viviremos un edén más perfecto que el nirvana.
Autor: Antonio Leiva Jimenez
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