¡Bob era un muchacho demasiado rebelde y
agitador, todos los profesores se quejaban de el, de
sus palabras y conducta. Todos los días tenia que
cumplir horas en detención por las cosas malas que
hacía y lo peor de todo: Bob era un bully, un
chico al que le encantaba burlarse de otros, hacer
bromas de mal gusto e inclusive algunas veces
golpear a otros compañeros que eran indefensos.
Sus padres atribuían su mala conducta al colegio, los
maestros se la atribuían a sus padres, a Bob le daba lo
mismo, disfrutaba burlarse de los demás en todo momento, tiraba
las charolas de las manos de los alumnos, les ponía la
zancadilla cada que podía, se burlaba de su forma de vestir
e incluso de enfermedades que pudieran tener. Era una persona de muy
mal corazón.
Caminando hacia su casa, después de salir de una detención
un par de zapatos en una esquina llamaron su atención, no
eran los más espectaculares que había visto en su vida, pero
¿qué importaba? Estaban abandonados en la calle, parecían
nuevos y según su pensamiento, quien encuentra algo se lo
queda. Al llegar a su casa decidió ponérselos para ir al cole
en la mañana, no veía la hora de poder lanzar una patada o
ponerle la zancadilla a alguien con sus nuevos zapatos.
El sol anunció la llegada de la mañana, Bob, muy
entusiasmado se calzo los zapatos, le sorprendió mucho que
fueran de su talla, eran perfectos. Bajo a desayunar sintiendo
mucha emoción y se dirigió al cole. En el camino pudo sentir
sus piernas temblando de la emoción, lo que le satisfacía en
gran medida. A más de medio camino el temblor en sus piernas
comenzaba a ser más notorio e incontrolable, como acto de
magia sus pies se movieron de una forma divertida y apresurada.
Cuando llegó a su salón de clases los alumnos no pudieron resistir
una carcajada pues bailaba incontrolablemente y
resultaba un espectáculo realmente gracioso.
Con cada hora que pasaba sus pies se movían más y más
pasando de bailar polka a Flamenco en minutos, en cada
salón que visitaba sus compañeros estallaban en carcajadas
por sus graciosos movimientos. La noche llegó, Bob se sentía
muy mal, por fin había vivido en carne propia lo que significaba
ser el sujeto de burla y no le gustó, al llegar a su habitación
comenzó a llorar arrepintiéndose de todas las cosas malas que
había hecho en contra de sus compañeros, para su sorpresa
los zapatos fueron desapareciendo poco a poco y sus piernas
comenzaron a responderle. Muy feliz con esto y aprendiendo su
lección, decidió pedir disculpas a todos sus compañeros y
profesores. Nunca se pregunto el origen de los zapatos, para el
no más relevante que el hecho de haber cambiado como
persona, ahora era un joven completamente diferente, se preocupaba
por los demás y ayudaba de corazón a otras personas. Todo gracias
a los zapatos de la esquina… ¿Quién sabe? Si hay un bully molestando
quizás los zapatos aparezcan cuando menos se lo espere.
Besitos
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