Reflejos
Mírate hombre al espejo de repente, y ensordece la belleza juvenil que han captado, los pálidos muros de mi cuarto...
Yo te he visto vestir de negro tu adultez más entrañable, dejando atrás el lodo que con fuerza has pisado, para que paloma alguna se pose en tu presencia...
Mírate hombre al espejo de repente y empaña de lágrimas mi atmósfera, que he huido rauda por los montes, al acecho incansable de mi amor...
Que más quisiera yo que enterrarte en el limbo de mi mente y mirarte a través de tu ventana y tapar tus ojos para siempre, mentira, temor y arrogancia.
Mírate hombre al espejo de repente y envuélveme trémula en tus brazos y acaricia la pálida piel que me cubre, porque es ahí donde yace la espesa neblina de mi alma.
Colaboración de María Eleonor Prado Mödinger
|