Alabado sea Jesucristo…
A medida que nos acercamos al final del año, es bueno pensar que cada día que vives es una nueva oportunidad para quererte más a ti mismo, para cultivar tus relaciones, para superar algún miedo, para permitirte ser feliz y, en definitiva, para concentrarte en todo eso que vale la pena para ti.
Es realista pensar que llegará el día en el que esa oportunidad ya no exista. Pero ser conscientes de que nuestra vida no es eterna nos da una ventaja... Las ganas de construir la vida que realmente queremos; una vida que, cuando llegue a sus compases finales, no esté cargada de lamentos por aquello que no hemos hecho o no nos hemos animado a intentar.
¡Buenos días!
Señor, bendice a mi familia
La oración es la llave que abre los tesoros del cielo. Es el puente siempre accesible por el que llegamos a Dios. El arte de orar es el arte de amar al Señor. Pero orar bien es un regalo de Dios. Por lo tanto, implora que envíe su Espíritu para que llene tu corazón con el fuego de su amor.
Señor, bendice a mi familia, a mis amigos y a sus familias. Revélales tu amor y tu poder. Señor, muéstrate en este momento: que donde haya dolor, nos des paz y consuelo y donde haya duda, tengamos confianza porque creemos en ti. Jesús, visita mi casa y llévate mis problemas, angustias y dolores. Señor, contágiame tu fuerza, para que yo también pueda aceptar la voluntad del Padre. Hoy vengo a ti, lleno de dolor, a llorar mis penas en tus brazos, Recurro a ti para que me libres y destrabes de todos los males que me acechan y me impiden ser feliz. Espero confiadamente en ti. Vivo confiadamente en ti.
La familia que reza unida permanece unida y reproduce el clima de la casa de Nazareth: Jesús está en el centro, se comparten con él alegrías y dolores, se ponen en sus manos las necesidades y proyectos, se obtienen de él la esperanza y la fuerza para el camino. Esa oración alcanza su culmen cuando la familia participa de la Misa del domingo.
Enviado por el P. Natalio
Sagrado Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para adorarte y servirte. Hagamos como decía San Agustín: Señor a tí sólo busco, a tí sólo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es conocerte y amarte. (Sol 1,1). La mies es mucha y pocos son los obreros para recogerla. El Señor dijo: Vengan a mí los que están cansados y agobiados, que yo los consolaré (Mt 11.28). Es la palabra de Dios. Alabado sea Jesuscristo. Amén. Yo dibulgo cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de que se propague la Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a todos los creyentes y no creyentes , que pidan al Señor Jesuscristo en oración, que no haya más guerras ni hambre en el mundo, ni atentados terroristas, ni políticos de guante blanco y reine la Paz, así cómo el amor, en todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro López