El sonido de tus pasos
Vienes y vas
alegremente,
como si mi tiempo
fuera ya sólo el devenir
de tus pasos por la casa.
Siento, a veces,
que mí vivir
esta supeditado
hasta escuchar,
la cadencia
del repiqueteo
de esos pasos.
Y me revelo
ante esta esclavitud
por amor establecida,
intentando el desapego
cotidiano,
a ese sonido repetido.
La multitud
de otros pasos,
sin embargo, no me llena
los espacios;
pues el amor, cual veneno
que emponzoña, corroe
y pudre hasta la sangre
más valiente: desarbola,
mimetiza, confunde,
y me encadena
-a esta dura espera-
para escuchar de nuevo…
¡El sonido alegre
de tus pasos!
Colaboración de Maria A. Muñiz