Espérame
Allá donde se encuentran dos mitades,
donde reposan los ángeles caídos
y no existan los pares o impares
ni cigarreros sin lectores escondidos.
Donde no muera el invierno y resucite el verano,
la luna no quiera mirar de reojo
al rico, al pobre, a ti y al pagano.
Espérame donde no existan números rojos,
allá donde los bancos estén en quiebra
y a las sonrisas se les llamen llantos.
Donde sobreviva el traspiés de la ginebra
por encima de dioses y sagrados santos.
Espérame en algún lugar del mundo,
en las iglesias desterradas del pasado,
en el agujero negro más profundo,
donde se descanse si se está cansado.
En lo alto de aquél alto valle
donde la gente viva soñando
y no hable, ni grite ni se calle.
Allá donde me esperes, te estaré esperando.
Colaboración de Patricia Urbano