Me marcharé, Señor, alegre o triste, mas resignado, cuando al fin me hieras. Si vine al mundo por que tú quisiste ¿no he de partir sumiso cuando quieras?
Un torcedor tan sólo me acongoja, y es haber preguntado el pensamiento, sus porqués a la vida... ¡mas la hoja quiere saber dónde la lleva el viento!
Hoy, empero, ya no pregunto nada cerré los ojos y mientras el plazo llega en que se termine la jornada, mi inquietud se adormese en la almohada de la resignación, en tu regazo.
AMADO NERVO
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