En una de las películas más aclamadas de la última temporada, la estadounidense Boyhood,
el director Richard Linklater seguía al niño protagonista durante 12
años, mostrando su brutal viaje desde la infancia hasta la adolescencia.
Ahora, un equipo encabezado por el astrofísico español Carlos Carrasco
ha repetido el rodaje pero, en lugar de enfocar sus cámaras a una
familia normal de clase media, ha dirigido su objetivo hacia las
estrellas.
Los investigadores han observado por primera vez en tiempo real la
metamorfosis de una joven estrella masiva, 300 veces más luminosa que
nuestro Sol. La estrella, a una distancia de 4.200 años luz de la
Tierra, fue retratada por primera vez en 1996. Entonces, “era como un
aspersor, emitía materia en todas direcciones”, según Guillem Anglada, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC) y coautor del estudio.
Transcurridos 18 años, los científicos volvieron a poner sus ojos en
la estrella, mediante el radiotelescopio Karl G. Jansky, localizado en
las secas Llanuras de San Agustín, en Nuevo México (EE UU). Como el niño
de Boyhood, la estrella se había transformado. “Ahora era como el chorro de una manguera focalizado”, resume Anglada.
El hallazgo, que se publica hoy en la revista Science,
ilumina una etapa clave para entender el universo: el nacimiento de las
estrellas masivas, algunas de las cuales llegan a ser un millón de
veces más luminosas que el Sol. En su muerte, estas megaestrellas
explotan, formando supernovas
que dispersan elementos pesados, como el hierro, y otros ingredientes
fundamentales de los planetas. El hierro de las lentejas es el mismo que
escupen estos fenómenos estelares.
El hallazgo ilumina una etapa clave para entender el universo: el nacimiento de las estrellas masivas
La joven estrella, bautizada W75N(B)-VLA 2, parece ahora el sable de
luz de doble hoja de Darth Maul, el personaje de la saga cinematográfica
Star Wars. “Es su manera de desprenderse del exceso de masa y
bajar su velocidad de rotación. Nuestro Sol rota sobre sí mismo una vez
cada 27 días. Si no hubiera perdido masa de joven, giraría una vez por
segundo”, explica Anglada. Sin este proceso de limpieza interior, las
estrellas no llegarían a formarse. Su endiablada velocidad las
despedazaría.
En el descubrimiento ha intervenido el factor suerte. Las estrellas
se forman en el interior de nubes de gas y polvo a partir de objetos más
densos que colapsan por su propia gravedad. El proceso dura centenares
de miles de años, pero los astrofísicos han conseguido capturar la
evolución de W75N(B)-VLA 2 en tan solo 18 años.
El equipo de Anglada ya observó en 2001
un estrella masiva muy joven que expulsaba materia en todas las
direcciones. Parecía protegida por una esfera perfecta, algo que no
cuadraba con los modelos teóricos, que pronosticaban que estas estrellas
deberían expulsar la materia en chorros en una misma dirección, no como
un aspersor. El Boyhood estelar muestra ahora que la eyección
esférica es solo una primera etapa, hasta que se forman los chorros por
efecto de la interacción con el medio externo, una especie de rosquilla
de gas y polvo más densa que el resto de la nube. El campo magnético
también puede desempeñar un papel, según los autores.
Anglada dirigió en el CSIC la tesis doctoral
de Carlos Carrasco, hoy en el Centro de Radioastronomia y Astrofisica
de la Universidad Nacional Autónoma de México. “Es una de esas leyendas
urbanas”, explica Anglada, en referencia a las declaraciones del
presidente del CSIC, Emilio Lora-Tamayo, que calificó en diciembre la
fuga de cerebros de “leyenda urbana”. Desde entonces, la Asociación para
el Avance de la Ciencia y la Tecnología en España ha publicado fotografías de 440 científicos españoles en el extranjero.
Nota: Se
transcribe este estudio, con el solo y único fin de crecer en
conocimientos se astronomía. En este caso la metamorfósis de las
estrellas, como nacen, como se forman, como crecen, como viven y como
mueren. Casimiro López