Al cultivar la paz en mí, incremento mi poder para hacer cambios positivos en mi vida y en el mundo. Mi contribución personal promueve el bien común. Ayudo a crear paz en la Tierra paso a paso —una interacción a la vez.
Cuando decido responder con amor contribuyo a la paz. Cada vez que evito una confrontación innecesaria, ofrezco una palabra amable o ayudo a un amigo, fomento la armonía. La paz surge de muchas maneras. Contribuyo a la serenidad en mi vida y en el mundo cuando manejo mis asuntos conscientemente y hago servicio comunitario. Desarrollo paz interna cuando me intereso por el medio ambiente y por todas las criaturas que comparten el planeta conmigo. Al ser apacible, contribuyo a la paz mundial.
Aveces, puede que enfrente retos abrumadores. Quizás me sienta sin esperanza, preocupado o perdido. A lo mejor dude o tema ir en la dirección equivocada. Tal vez mi mente busque respuestas en experiencias pasadas. Mas luego me doy cuenta de que éste es el momento propicio para nuevas ideas. Respiro profundamente y recuerdo acudir a Dios por guía.
La Mente Divina conoce mi verdad, y es la fuente de sabiduría siempre disponible para mí cuando busco una solución. Aquieto mi mente y entro en el Silencio. Sosegado y vinculado con el Espíritu, estoy receptivo a posibilidades ilimitadas. Nuevas ideas surgen y recibo dirección clara. Dios me guía a mi mayor bien —el resultado correcto y perfecto.
Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.—Salmo 32:8