Cerca'e mi rancho'e palo a pique crusa la culebra pardusca de un camino que trepa gambetiando a la cuchiya y se pierde dispués de un bajío.
De a ratos, dibrusao en la tranquera, yo me pongo a vichar a los que pasan; a los que cren'tuavía en las promesas y se dejan cinchar por las distancias.
Sé cuála es l'ansia que a cadáuno d'eyos le sirve de rodaja; conosco la ilusión que los curtea y lo fayuto'e tuitas esas cuartas.
Y sé que al repechar uno'e los tantos cuest'arribas que tiene la esistencia, se han de sentir cansaos de andar sonciando y, arrepentidos, han de dar la güelta.
Yo no compriendo por qué pucha el hombre carcula siempre hayar la dicha lejos, siendo que, si es qu'esiste, la yevamos en lo projundo de nosotros mesmos.
Lo pior es que ricién nos damos cuenta al dir yegando a viejos. Cuando la vida nos ha güelto tristes aprendemos ricién a ver p'adentro...
Yo tamién, cuando moso, rodé muncho; me aburrí de oriyar los horisontes; y juí dejando, en pagos siempre iguales, las osamentas de mis ilusiones.
A juersa de porrasos juí aprendiendo a querer el silencio y la tristesa, y a encontrar las dulsuras escondidas entre l'amarga cáscara'e las penas...
Aura tuitos mis días son de un pelo: nada me tráin y no me yevan nada; y voy escureciendo dispacito sin sentir el tirón de las distancias.
Por eso, cuando vicho pal camino, me da lástima ver esos cristianos que pasan con tropiyas d'esperansas y han de volver arriando desengaños.j