Muchas personas responden el llamado a servir a la humanidad, encuentran satisfacción enseñando o trabajando para mejorar las vidas de los demás. Yo también puedo prestar servicio, aquí donde estoy. Puedo ayudar a un vecino o participar en un programa de una escuela cercana.
Mi iglesia o el refugio de animales de mi comunidad pueden beneficiarse de mis servicios. Fijo mis metas basado en este pensamiento: Deseo contribuir al gozo de las vidas de otros y fomentar el gozo en mi corazón. Tengo presente que prestar servicio es una recompensa en sí. Doy un paso al frente y tomo mi lugar en la familia de Dios como un canal para las bendiciones divinas, dondequiera que esté y en cualquier capacidad en la que pueda servir.
Ponga cada uno al servicio de los demás el don que haya recibido.—1 Pedro 4:10
Receptivo a la dirección divina, yo soy guiado a mi bien.
Las lecciones de la vida puede que no siempre sean fáciles de aprender, mas la vida no tiene que ser difícil. No necesito sufrir para encontrar mi camino hacia adelante. Tengo compasión por mí mismo.
En mi tiempo callado de oración recuerdo que “yo soy un ser amado, la creación preciada de Dios”. El universo me apoya. Dejo ir cualquier necesidad de tener que hacerlo todo yo. No estoy solo. Abro mi mente y corazón a la inspiración divina. Yo soy libre para elegir una y otra vez, corrigiendo mi curso con cada nuevo pensamiento y gracias a las lecciones de cada nuevo día. Respondo al empujoncito del Espíritu que puede aparecer en un libro o en la letra de una canción. Receptivo a la dirección divina, yo soy guiado a mi bien.
Que tu buen espíritu me guíe por caminos rectos. —Salmo 143:10
Soy un participante activo en el desenvolvimiento de la vida. Sé que aun los momentos de triunfo más pequeños son dignos de celebración. Reflejo a Dios en todo lo que pienso, digo y hago. Al expresar reverencia y aprecio por cada avance, fomento el bien que deseo.
Celebro mi crecimiento espiritual. Me siento bien al recordar esos momentos en los que tomé el camino noble, cuando no reaccioné compulsivamente al deseo de tener la razón. También recuerdo y celebro con gratitud esas instancias cuando al pedir ayuda la recibí. Siento júbilo y un sentido de logro por tener el valor para expresar la verdad. Reconozco y celebro mis logros y mi crecimiento espiritual.
Después de eso, tú y tu familia … harán fiesta por todo el bien que el Señor tu Dios te haya dado. —Deuteronomio 26:11
Gracias al poder de la presencia crística moradora, yo soy libre e ilimitado.
Así como un globo aerostático no puede remontarse cuando está atado a la tierra, los retos en mi vida pueden atarme y evitar que me remonte a una mayor altura de conciencia. Si surge la negatividad, me dirijo a la presencia crística moradora. Mis pensamientos crean mi experiencia de vida, así que examino cualquier creencia negativa que pueda tener y la transformo en positiva y productiva.
Porque Dios me ha dado libre albedrío, dejo ir y afirmo: Yo soy libre e ilimitado. Comienzo a sentir una sensación de liberación. Gracias a la presencia crística moradora, no existen cadenas que me aten. Al dejar ir cualquier bloqueo mental o emocional, mi espíritu es libre para remontarse a nuevas alturas.
Transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios.—Romanos 12:2