La paz comienza con cada persona. Y y siento gratitud porque en cualquier momento puedo tener acceso a esa fuente infinita de paz: la presencia de Dios en mí y a mi alrededor. Sin importar las circunstancias en mi vida o en el mundo, reconozco y siento la paz infinita.
Cuando elijo ver y pensar más allá de la negatividad y el temor, hablo amablemente y actúo con amor —eligiendo la paz. Ante cualquier desacuerdo o conflicto, me pregunto si hay una oportunidad para establecer la armonía. Si me encuentro juzgando o criticando, me detengo, me centro y elijo comunicarme con bondad y compasión. Demuestro paz en mis interacciones con los demás y en mi vida.
Cuando elijo la paz, impacto al mundo de manera positiva.