Las relaciones personales cambian según crecemos: la gente se muda y personas nuevas vienen a ser parte de nuestro círculo familiar. Mas el amor es constante a través del cambio. La energía del amor incondicional nos mantiene unidos a pesar de cualquier distancia o cambio.
Si el comportamiento de una persona me parece ofensivo o irrespetuoso, determino mantener y ver a esa persona rodeada de la energía del amor divino, aun si decido que apartarla de mi vida sea lo mejor. Miro más allá del comportamiento, el cual sé que es temporal. Tengo presente que el Espíritu morador eterno es la verdad de su ser. En toda relación personal, pienso, hablo y actúo desde la energía del amor divino —completa e incondicionalmente.