Emmet Fox escribió: “No existe dificultad que suficiente amor no pueda conquistar; no existe puerta que suficiente amor no pueda abrir…. Una comprensión suficiente del amor lo disolverá todo. Si amaras lo suficiente serías el ser más feliz y poderoso en el mundo”.
La energía y el amor divinos me protegen de muchas maneras. Cuando pienso en Dios, mi fe disipa cualquier preocupación o duda, protegiéndome así de pensamientos negativos. A medida que siento la plenitud del Espíritu, mi fe y mi confianza se profundizan. Vivo cada día con seguridad y serenidad. Resguardado en el tierno cuidado del Espíritu y descansando en el resplandor de Su luz, estoy en paz. Yo soy uno con la fortaleza y protección del Espíritu.
No temo sufrir daño alguno, porque tú estás conmigo; con tu vara de pastor me infundes nuevo aliento.—Salmo 23:4
Tratar de controlar cada parte de mi vida me puede dejar exhausto y frustrado. Si necesito ayuda para dejar ir y creer que mi mayor bien se está manifestando, recuerdo que el orden divino obra siempre en mi vida y en el mundo a mi alrededor. La vida es cambiante, pero el principio del orden divino permanece inmutable.
Darme cuenta de que el orden afianza y sostiene todo en la creación, me inspira a enfocarme en lo que está bajo mi control y a dejar ir el resto. Al entregarme, confío en que el mismo poder que mantiene los planetas en su órbita apoya mi vida. Aun cuando la vida se sienta caótica y fuera de balance, afirmo orden divino y recuerdo que nunca estoy solo.
Porque de cierto les digo que, mientras existan el cielo y la tierra, no pasará ni una jota ni una tilde de la ley, hasta que todo se haya cumplido.—Mateo 5:18
Ya sea en el trabajo o en el descanso, yo soy libre. Mi actitud determina cómo percibo la vida. Recuerdo mi niñez: corriendo, jugando, riendo y experimentando sentimientos de maravilla y dicha. En esos momentos estaba totalmente sumergido en la experiencia del verdadero gozo.
Puedo experimentar esa sensación de nuevo. Recuerdo a mi niño interior para evocar una libertad alegre. Puedo dar un paseo por el bosque y contemplar los árboles, las flores, el sol y el paisaje. Puedo hacer algo de arte o música o reunirme con mis amigos para disfrutar de un momento ameno. Mi mayor libertad es saber que yo soy un ser espiritual, libre para confiar en la presencia divina en mí. Me sosiego sabiendo que yo soy libre para vivir la vida de mis sueños.
Señor, voy a dedicarte un canto nuevo; lo cantaré al son del arpa y del salterio.—Salmo 144:9