Cuando la vida es desafiante, cuando lucho por hacer que las cosas ocurran o peleo con las circunstancias, por seguro deseo que la situación cambie. Entonces, me detengo para recordar cómo la gracia me ayudó en el pasado durante momentos difíciles.
Tal vez experimenté la gracia de Dios como claridad y guía en un momento cuando no sabía qué hacer o como una paz profunda cuando el caos me rodeaba. Puede que haya sentido la gracia por medio del amor y amabilidad de otros: de la ayuda que no tuve que pedir y del perdón que pensaba no merecer.
Recordar que la gracia está activa en mi vida, me ayuda a andar serenamente por la vida.