
El niño es pobre y necesitado
El niño es pobre y necesitado, y nosotros, si queremos ser como niños, debemos también ser pobres y necesitados. Pero es que en realidad lo somos. Porque ¿qué riqueza tenemos comparándonos con Dios? Nada. ¿Qué es lo que tenemos que no hayamos recibido de Dios? ¿Y no necesitamos seguir recibiendo todo de Dios? Claro que sí, pues de Dios recibimos el ser, el mantenernos constantemente en la existencia, porque si Dios por un momento dejara de amarnos y sostenernos en el ser, volveríamos inmediatamente a la nada. Entonces lo natural en el hombre es ser pequeño, ser un niño, porque lo es realmente. Somos niños, pequeños. ¡Ay de quien quiera ser grande ante Dios! Se quedará vacío y terminará en el Infierno. En cambio quien se hace pequeño y se toma de la mano del Padre celestial, va contento en este mundo, sabiendo que hay Alguien que es todopoderoso que lo cuida y hasta en los mínimos detalles le prepara todo. Así, volvemos de nuevo a la confianza, tan necesaria para la vida de infancia espiritual. Reconozcamos que estamos necesitados de TODO, ya que al reconocerlo, tenemos derecho a que Dios satisfaga esa necesidad.
El niño es pobre y necesitado, y nosotros, si queremos ser como niños, debemos también ser pobres y necesitados. Pero es que en realidad lo somos. Porque ¿qué riqueza tenemos comparándonos con Dios? Nada. ¿Qué es lo que tenemos que no hayamos recibido de Dios? ¿Y no necesitamos seguir recibiendo todo de Dios? Claro que sí, pues de Dios recibimos el ser, el mantenernos constantemente en la existencia, porque si Dios por un momento dejara de amarnos y sostenernos en el ser, volveríamos inmediatamente a la nada. Entonces lo natural en el hombre es ser pequeño, ser un niño, porque lo es realmente. Somos niños, pequeños. ¡Ay de quien quiera ser grande ante Dios! Se quedará vacío y terminará en el Infierno. En cambio quien se hace pequeño y se toma de la mano del Padre celestial, va contento en este mundo, sabiendo que hay Alguien que es todopoderoso que lo cuida y hasta en los mínimos detalles le prepara todo. Así, volvemos de nuevo a la confianza, tan necesaria para la vida de infancia espiritual. Reconozcamos que estamos necesitados de TODO, ya que al reconocerlo, tenemos derecho a que Dios satisfaga esa necesidad.