Solo por hoy
Tratare de vivir exclusivamente al día, sin querer resolver los problemas de mi vida todos de una vez
Seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no solo en el otro mundo, si no en éste también.
Me adaptaré a las circustancias, sin pretender que las circustancias se adapten todas a mis deseos.
Tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé criticar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.
Haré una buena acción y no lo diré a nadie.
Haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
Dedicaré diez minutos a una buena lectura; recordando que, como el aliento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
Me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré.
Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
(Juan XXIII)