Pan de ángeles, Dios tan verdadero,
que, aunque se quiebra, se divide y parte,
está un inmenso Dios, trino y entero,
en cualquiera migaja y menor parte;
Agnus Dei, sincerísimo Cordero que
en pan al pecador gustas de darte;
pues eres todo Dios, el que es bastante,
de su deidad en sí cifrada cante.
Eres, pues, Dios, de tu deidad tan digno
que no hay justo ni santo entre los
santos que no se juzgue y tenga por
indigno de bocado que da regalos tantos;
eres Pan para el bueno, tan benigno
que de tribulaciones y de llantos
le produces y das gloriosos bienes,
y para con el malo los detienes.
Eres, pan celestial, lo figurado
de aquel maná sabroso del desierto;
Tú lo vivo y aquello lo pintado,
aquello la figura y tú lo cierto;
eres, pan, tan glorioso y endiosado
que a decir tus grandezas yo no acierto:
las angélicas lenguas lo prosigan,
que faltas quedarán aunque más digan.
Faltan palabras a la lengua
para los sentimientos del alma.
Fray Luis de León