En qué momento debemos dar gracias? Mucha gente ni siquiera se acuerda de darlas. Se creen merecedores de todo lo que llega a sus manos, y no hacen conciencia de que todo en el Universo, está sujeto a un plan cósmico.
Nada sucede al azahar. Las casualidades no existen. Lo que perdura son las causalidades. No confundir estas palabras ya que la primera, está enfocada a los sucesos que se llevan a cabo sin un orden y en forma fortuita. Mientras que la segunda, obedece a una ley que traza un plan debidamente elaborado para que se cumpla un designio.
En cierta ocasión, un individuo buscaba desesperadamente a Dios. Buscó en los templos, montañas altas, hospitales, desiertos y no lo encontró. Estaba a punto de abandonar su empresa, cuando se encuentra a un viejo amigo y le comenta su inquietud.
Yo te voy a llevar a un lugar donde encontrarás a Dios, le dijo el amigo.
Ambos se encaminaron por unas calles y al final se encontraba un templo. Antes de entrar, quien buscaba a Dios, estuvo a punto de retirarse pero su amigo, lo tomó firmemente del brazo y lo hizo entrar.
En el interior, sólo se escuchaban lamentos. €œGracias te doy, Dios mío porque perdí mi trabajo¦ Gracias Señor por este accidente que acabo de sufrir Gracias Señor, por la pérdida de mi familiar
Desconsolado, el hombre dijo a su amigo que le había encaminado hasta ese templo:Estoy buscando a Dios y me traes a este sitio donde sólo escucho lamentos. Estos locos dan gracias al Señor por todo lo malo que les ha pasado. A lo que el amigo responde: Esta gente, ha comprendido que sólo cuando estamos pasando por una penuria, nos acordamos que Dios existe y le da las gracias porque en esos instantes se acuerda de su existencia.
Y esto es una gran verdad. ¿Quién, en su momento de dolor, se acuerda de dar gracias al Todopoderoso por el trago amargo que está atravesando? Son contadas las personas que llegan a tener este grado de conciencia. Mientras todo salga bien, decimos de dientes para afuera gracias porque nos sentimos merecedores. Pero en los instantes de pasar un viacrucis, más de uno reniega y hasta maldice al Altísimo.
Todo en la vida es en base a una enseñanza. Se aprende más de los errores cometidos que de los aciertos. Mientras estemos en la cima, creemos que nunca vamos a caer. Pero una vez que comienza el declive, es ahí cuando la gente se acuerda de la existencia de un Todopoderoso, se preocupa por asistir al templo, orar y ayudar al prójimo dándole una miserable limosna.
Ante una eventualidad hay que buscarle el lado positivo. Recordemos que, hasta las hojas de los árboles no se mueven sin la voluntad del Creador.
Hay que comenzar por sentirse agradecido con la vida. La salud es lo primero y lo demás vendrá por añadidura. Todos los días, al despertar, se deberá comenzar por cerciorarse que aún gozamos con un día más de vida y dar las gracias por la salud, prosperidad y felicidad, aunado todo esto a las duras lecciones que la vida nos pone por delante ya que de esta manera, nos preparamos para templar nuestro espíritu, conocernos y de esta forma, estar aptos para comprender las necesidades que los demás sufren.
Hay que dar gracias por aquello que los demás llaman fracasos, pero que en realidad son lecciones que hemos reprobado. Una vez que se ha hecho conciencia y se han superado esas duras pruebas, lo que brota desde el alma es la humildad y en base a la experiencia, se estará en condiciones de ayudar mejor al prójimo. La paciencia, tolerancia y esperanza son factores que se cultivan una vez que se superan esas duras pruebas que, día a día, todo ser humano irá encontrando en su camino.
Siempre debe darse gracias por todas esas verdades que se descubren en el camino. Lo que mata al ser humano es la incertidumbre. Al aparecer la verdad ésta desaparece. Las gracias no deben faltar por las oportunidades que se aprovecharon y por los conflictos que supieron superarse; por los instantes gratos que supieron vivirse, por los talentos que se desarrollaron y por la capacidad para encontrar soluciones a los problemas que se presentaron.
No debe faltar el instante de dar gracias por los padres que la vida puso en nuestro camino. Sin ellos, jamás hubiéramos nacido y no estaríamos disfrutando lo hermoso que se presenta ante nuestros ojos. Hay que dar gracias a los maestros que nos enseñaron a dar los primeros pasos y a aquéllos que nos corrigieron durante el desenvolvimiento de la formación profesional. También a los amigos que han compartido su tiempo con nosotros, por el aire que respiramos, por las deliciosas comidas que saboreamos y por el sol y el agua que acarician nuestro cuerpo.
Nunca debe cansarse el hombre, de dar gracias por tener conciencia que existe un €œSer Supremo€ que le protege y guía. A pesar de todos los errores cometidos, siempre está dispuesto a acompañarlo en sus momentos de dolor y le ama aún con todos sus defectos y caprichos.
Por último, debe darse gracias porque se nos permite leer este artículo, porque así nos damos cuenta que la vida nos está concediendo un día más de existencia. Que mucha gente no despertó al nuevo día y que nosotros, somos afortunados por estar vivos y continuar disfrutando de las cosas hermosas que tenemos a nuestro alcance.
Hasta de un vaso de agua que ingerimos, de un pedazo de pan que comemos, de una sonrisa que nos regalaron en la calle y de la oportunidad que se tuvo para ayudar al necesitado hay que dar gracias.
Hay que hacer a un lado todo tipo de lamentos, maldiciones y reproches.
Esos quedan sólo para la mente de los derrotados. Quien se considere un victorioso, debe comprender que existen de victorias a victorias. No todo es dinero. El mayor regalo que la vida puede darnos es la salud. Con ella por delante trabajamos y ganamos dinero. Con dinero nos compramos cosas que nos hacen placentera la existencia. Y el amor, ese llegará cuando se deseche de la mente todo tipo de derrotismo.
Recordemos que nada nos cuesta decir €œgracias€ a quien tenemos enfrente; al que nos saluda, al que nos permite su amistad y hasta del enemigo, porque nos permite conocerlo tal y como es. Gracias, palabra compuesta por 7 letras que sólo utilizan los hombres verdaderos, aquellos que se levantaron del polvo, enfrentaron las adversidades y la felicidad les sonríe porque son agradecidos y hasta a las mismas adversidades les dicen ¡GRACIAS¡.

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