Juanito en la fuente de Betzaba
Juanito, el angelito, decidió divertirse. Se tomó de la cola de un cometa y se deslizó entre estrellas y planetas. ¡Qué espectáculo maravilloso¡ Sentir la brisa del polvo estelar sobre sus alas blancas le provocaba una inmensa alegría.
Había pasado mucho tiempo distraído en su juego celestial, cuando oyó una campana lejana. -Oh,- se dijo.-Es el Señor que me llama. Soltó al cometa y se puso en presencia de Dios.
-Tú me llamas, Señor. Aquí estoy- Le dijo mientras acomodaba su plumaje.
-¿Sabes que día es hoy?-Le preguntó Dios
-Me parece que me olvidé de algo- respondió Juanito.
-Exactamente.-le dijo Dios.- Te olvidaste de ir a agitar el agua de la fuente de Betzaba.
-Los enfermos hace mucho tiempo que esperan tu llegada.-Le dijo Dios.
-Me presentaré de inmediato, Señor- respondió Juanito como un soldado.
Juanito estaba encargado de agitar el agua de la fuente de Betzaba una vez al año. Los enfermos esperaban la llegada del ángel porque aquél que ingresara a la fuente cuando el ángel movía sus aguas, quedaba curado para siempre.
Cuando Juanito llegó, vio el mismo triste espectáculo, Muchos enfermos que esperaban pacientemente su llegada. Algunos estaban a la sombra, cansados por la larga espera.
Hacía treinta y ocho años que veía a un paralítico recostado en su camilla, que a pesar de estar inmovilizado, se mantenía esperanzado en su curación. Sin familia que lo ayudase, dependía para su subsistencia de las limosnas que recibía.
Este buen hombre, no tenía forma de llegar a la piscina rápidamente porque para movilizarse necesitaba de la ayuda de otros y siempre había otro enfermo que se zambullía en la piscina antes que él. Pero su fe en dios era tan grande que no perdía las esperanzas.
Juanito se acercó a la piscina y agitó el agua. Un sordomudo se arrojó y salió alabando a Dios y a sus ángeles dando grandes los gritos.
Para uno era una fuente de alegría, pero para el pobre paralítico era otra oportunidad perdida.
En aquel momento, se presentó Jesús, el Hijo de Dios ante la piscina y Juanito le llamó la atención parándose justo detrás del paralítico.
Jesús vio al paralítico acostado en su camilla, y conociendo que llevaba ya mucho tiempo le dijo: ¿Quieres ser curado? Respondió el enfermo: Señor, no tengo a nadie que al moverse el agua me meta en la piscina, y mientras yo voy, baja otro antes de mí.
Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla y anda. Al instante quedó sano y tomó su camilla y se fue.
Juanito se emocionó tanto que voló y voló agitando sus alas sobre las flores de los jardines cercanos, dejando una brisa perfumada detrás de sí.
Ya en el cielo, con la felicidad de la misión cumplida se durmió sobre una nube blanca.