Imitadores
Los niños son imitadores, tanto del bien como del mal. ¡Y pobres de los que escandalicen a los niños!, les espera un Infierno especial, donde serán torturados de forma terrible, porque Dios ama muchísimo a los niños y castiga duramente a los que los escandalizan.
Los niños imitan a los mayores, y por eso hay que actuar siempre bien delante de los pequeños.
Nosotros, que tratamos de alcanzar la infancia espiritual, también tenemos que ser buenos imitadores, en nuestro caso debemos imitar a Jesús, a la Virgen y a los Santos, porque solo imitándolos llegaremos a alcanzar una perfección parecida a la suya.
¡Y qué encantadores son los niños cuando imitan a los mayores en sus acciones!
Pero cuando tratemos de imitar a Jesús, a la Virgen y a los Santos, no debemos olvidarnos de que nosotros somos, comparados con ellos, simples pequeñuelos imperfectos, que solo tienen buena voluntad pero que les falta mucho para la perfección.
Y así como los niños conquistan el corazón de los mayores aunque sus imitaciones no sean perfectas, porque han puesto mucho amor y empeño; así también nuestras imitaciones serán vistas con agrado por Dios si las hacemos con gracia y amor, con mucho amor, ya que el amor disimula todo defecto.