Infancia espiritual
Lenguaje sencillo.
Si queremos alcanzar la infancia espiritual, es necesario que cada día nos ejercitemos en hablar más sencillamente con Dios, como hablaríamos con nuestro mejor amigo. Porque está muy lejos de la sencillez quien habla con Dios con lenguaje ampuloso y rebuscado.
Recordemos que Dios sabe muy bien lo que necesitamos antes de que se lo pidamos, y por eso no hay que usar palabrería inútil, sino contarle y conversar con Él con respeto amoroso pero con muchísima confianza.
Muchas veces no pensamos en lo bueno que es Dios, y nos lo imaginamos como un Dios castigador. Es cierto que el temor muchas veces ayuda a no pecar, pero también es necesario que cambiemos el temor por el amor, y que creamos firmemente en la bondad y misericordia infinitas del Señor.
Si procedemos así, Dios nos elegirá para grandes cosas, como eligió a los pastorcitos de Fátima, y como elige, en general, a los niños y a los que son como ellos, para las grandes misiones, porque Él es el Grande, y solo necesita de nuestra pequeñez para llevar a cabo sus maravillas.