Reflexion
por anonimo
La vida es transformación y vivir exige amoldarse constantemente. Cuando una persona aprende a adaptarse de forma gradual a los cambios, día a día, en cuerpo, mente y entorno,
aceptando este hecho como natural y respondiendo de forma consciente a los desafíos de la vida, entonces conecta con su presente y aprende a valorar las cualidades positivas de su
realidad. En cualquier caso, las crisis pueden servirnos para entrar en contacto con nuestros miedos, con la vulnerabilidad y la mortalidad. Estos momentos de desequilibrio nos
permiten tomar conciencia de la realidad de la vida, imprevisible y mudable, para valorar esos tesoros que son la salud, las relaciones afectivas y la vida en general. La filosofía
oriental insiste en este aspecto efímero de la vida, a fin de que las personas vivan el presente e intenten expresar mejor su comportamiento. La psicología moderna también ha
identificado esa capacidad de crecer en las crisis, que llama resilencia y se refiere a la capacidad de las personas para sobre ponerse a tragedias o periodos de dolor emocional y salir
fortalecidas. Esa es, pues, la dimensión de crecimiento que atesoran las crisis.