Abandono.
Si queremos lograr la infancia espiritual, tenemos que comenzar por abandonarnos como los niños en brazos de sus padres, así también nosotros debemos abandonarnos en los brazos de Dios.
Nuestra voluntad debe quedar sometida en todo a la voluntad de Dios, y seguir fielmente las inspiraciones de la gracia, porque si somos infieles a las inspiraciones de Dios, vamos perdiendo el rumbo y nos vamos alejando del querer de Dios.
Todo lo que sucede en el mundo y en nuestra vida es querido o al menos permitido por Dios. Entonces ¿por qué estamos tan angustiados y preocupados, si sabemos que Dios es un Padre bueno y todopoderoso, que no dejará que nos suceda algo realmente ruinoso?
En lo que respecta a nosotros tenemos la misión de rezar, y rezar mucho, para poder estar contentos con todo lo que nos suceda y que en cada acontecimiento, por pequeño o grande que sea, veamos la mano omnipotente y amorosa de Dios, nuestro Padre, que todo lo dispone para nuestro bien.