Convertirnos hoy.
A veces suele suceder que creemos que ya estamos convertidos y que no tenemos que cambiar nada en nuestra vida. Pero siempre tendremos algo para corregir o mejorar, y si bien por gracia de Dios tal vez ya no caemos en pecados graves, siempre será necesario evitar también los pecados veniales y las imperfecciones, porque todo pecado nos aleja de Dios, y nos ensucia el alma, y no la hace dispuesta a recibir todas las gracias y dones que el Señor quisiera regalarnos.
Hoy es el tiempo de convertirnos, de profundizar en nuestra conversión, porque mañana tal vez sea demasiado tarde.
Siempre pensamos que “mañana” seremos mejores. Pero no tenemos que pensar así, sino que tenemos que decir: “hoy” seré mejor, “ahora seré mejor, “ya” seré mejor. Porque el diablo es muy astuto y nos hace posponer nuestros cambios para mejor, porque él bien sabe que si no nos decidimos a actuar hoy mismo, lo que se deja para el otro día es muy posible de que no se haga nunca, y así pasan los días, y pasa el tiempo y llega la muerte y nos encuentra impreparados para partir hacia la eternidad.
Debemos vivir cada día como si fuera el último, y jamás vivir y permanecer en pecado mortal, sino confesarnos cuanto antes porque no sabemos ni el día ni la hora ni las circunstancias en que nos llegará la muerte y nos tendremos que presentar a Juicio.
Aprovechemos el tiempo de vida que tenemos sobre la tierra, porque este es el tiempo de la Misericordia, ya que luego viene el tiempo de la Justicia y ya no se puede hacer nada, y como quedamos, así permaneceremos por los siglos de los siglos.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.