Infancia espiritual
Llorar.
Los niños lloran por muchos motivos, y los grandes que queremos imitar a los niños en la infancia espiritual, también tendremos que llorar en este valle de lágrimas que es la tierra.
Lloró Jesús, lloró María, ¿por qué no hemos de llorar nosotros? Porque cuando una pena muy grande golpea nuestro corazón, solo las lágrimas nos consuelan.
Llorar no es solo de mujeres sino también de hombres. El Cid Campeador lloró fuertemente al ser desterrado de su patria, y Jesús lloró sobre Jerusalén, por el destino tremendo de esta ciudad.
Se llora también por compasión, porque si lloramos es porque tenemos un corazón de carne y no de piedra.
Ya San Pablo nos dijo que debemos llorar con los que lloran.
Si en este mundo nos decidimos a seguir a Cristo por el camino regio de la cruz, entonces tendremos que derramar abundantes lágrimas, porque el sendero estará sembrado de incomprensiones, pruebas y dolores sin número, que al final, en el Cielo, se convertirán en risas y cantos de alegría.