El mal no viene de Dios.
El mal nunca puede venir de Dios, porque Dios es la Bondad infinita y no puede querer el mal.
Entonces, ¿de dónde vienen todos los males que aquejan a los hombres y a todo el universo? Todos los males vienen de Satanás que, de generador de luz se convirtió en generador de tinieblas y fuente de todo el mal que existe.
Eso no se les explica hoy a los fieles, ni por los obispos ni por los sacerdotes, que ya han dejado, en su gran mayoría, de practicar los exorcismos para liberar a las almas y a los cuerpos de la tiranía de Satanás, que atormenta cuerpos y almas, mentes y espíritus, y que se ha vuelto muy agresivo porque no tiene resistencia de parte de los que tendrían que combatirlo.
Nosotros, al menos, debemos tratar de defendernos.
¿Cómo?
En primer lugar no pecando jamás, porque cuando pecamos, especialmente cuando pecamos mortalmente, nos ponemos en manos del demonio, que así tiene influencia sobre nuestra vida.
En segundo lugar practicando la frecuencia de sacramentos: confesión mensual y Comunión diaria.
Y en tercer lugar utilizando los sacramentales como son el agua bendita, el uso de la medalla de San Benito y de otras medallas, especialmente de la Virgen.
En cuarto lugar tenemos que rezar más y mejor, y defendernos con la oración a San Miguel Arcángel que todos conocemos, y que es tan eficaz como exorcismo.
Recordemos que todo el mal viene de los demonios, y que de Dios nunca puede venirnos ninguna clase de mal, sino que Dios permite el mal como castigo para nosotros y porque sabe sacar siempre un bien de los distintos males que nos aquejan.