Suceda lo que suceda.
Suceda lo que suceda no perdamos la confianza y fe en el Señor, porque debemos saber que Dios tiene para nosotros una voluntad positiva y una voluntad permisiva.
La voluntad positiva de Dios es todo lo que Dios “quiere” en nosotros y para nosotros, que siempre será algo bueno porque de Dios no puede venir ningún mal y Él no puede querer ningún mal para nosotros porque es la Bondad infinita.
Y la voluntad permisiva de Dios es aquella por la que el Señor “permite” al mal actuar en nuestras vidas y en el mundo, pero siempre sacando de todos los males, por terribles que sean, bienes para nosotros y para las almas.
Por eso la importancia de la oración, que hace que Dios no permita ciertas cosas en nuestra vida y en el mundo.
Si rezamos mucho, el Señor tendrá misericordia de nosotros e impedirá que el mal nos venza, porque a través de la oración se reciben toda clase de gracias de Dios, y con la oración nos hacemos fuertes ante las adversidades de la vida e impetramos de Dios la misericordia en abundancia.
Si nos acostumbráramos a pensar que todo lo que sucede es porque Dios lo quiere o, al menos, lo permite para sacar un bien, entonces viviríamos de otra forma y la tristeza no entraría en nuestro corazón, porque estaríamos seguros y en paz, sabiendo que el Señor gobierna todo y no hay fuerza o criatura que pueda más que Él.
Recemos mucho y confiemos en Dios, y, suceda lo que suceda, no nos escandalicemos, sino sepamos ver detrás de todos los acontecimientos humanos, por penosos y dolorosos que sean, la mano bendita de Dios, que solo quiere el bien de sus hijos.