La Venida del Señor.
Jesús debe volver a la tierra, con gloria y majestad, a juzgar a vivos y muertos; y si bien esta venida no sabemos si está cercana o lejana, sí sabemos que siempre tenemos que estar preparados para ella, porque el Señor lo ha mandado así, ya que Él vendrá a la hora menos pensada, a la hora que nadie lo espera.
¿Quién espera hoy al Señor que viene? Ya pasaron más de dos mil años y Jesús no ha vuelto, y parece que se prolongará mucho más su vuelta. No sabemos cuándo acontecerá semejante prodigio.
Pero es bueno que recordemos que, si bien la venida del Señor y el fin del mundo no estén tan cercanos, sí están muy cercanos para nosotros la muerte, que es la venida de Jesús para cada uno de nosotros, y el juicio sin apelación posible, en que se decidirá nuestro destino eterno: Cielo o Infierno.
¿Y la muerte cuándo nos puede venir? No lo sabemos, ya que mueren tanto los niños, como los ancianos y los jóvenes; en las más diversas clases de muerte. Por eso tenemos que estar siempre preparados para recibir al Señor que, en la muerte, nos viene a visitar y a buscar.
¿Y cómo hay que estar preparados? Simplemente viviendo SIEMPRE en gracia de Dios, y jamás en pecado mortal, porque si nos sorprende la muerte en este lamentable estado, nuestro destino será el horrendo y eterno Infierno.
Vivamos cada día como si fuera el último; pero no para gozar sin límites y aprovechar el tiempo para pecar, sino que tenemos que aprovecharlo para hacer buenas obras y atesorar para el Cielo, porque la vida, la verdadera vida comienza después de la muerte, que será bienaventurada para los justos, y espeluznante para los réprobos.