Resurrección de la carne.
A veces pensamos en la eternidad o en el Cielo y creemos que estaremos allí solo como almas, como espíritus, y nos olvidamos que también estaremos allí con nuestra propia carne, con nuestro propio cuerpo, porque antes del Juicio Final todos resucitaremos con nuestros cuerpos.
El hombre no está completo si no tiene su cuerpo y su alma unidos, así que el hombre no es solamente alma, sino un compuesto de alma y cuerpo.
Ahora solamente hay dos personas que están en cuerpo y alma en el Cielo, y son Jesús y la Santísima Virgen María. Todos los demás que están en el Paraíso, están con su alma, esperando la resurrección final, que será inmediatamente anterior al Juicio Final.
Porque la muerte entró en el mundo por el pecado, ya que Dios no había hecho la muerte, y Cristo vencerá por último también a la muerte.
Pero tengamos en cuenta que en el Infierno también estarán los condenados con el cuerpo, ya que Jesús mismo lo da a entender cuando dice que allí habrá llanto y rechinar de dientes, y también cuando nos dice que es preferible quitarse un miembro del cuerpo si éste es ocasión de pecado para nosotros, antes que ser arrojado con todos los miembros al Infierno.
Pensemos un poquito en esto, porque muchas veces no pensamos en esto tan importante que es nuestra salvación.
Es feo el dolor de muelas. A veces dan ganas de pegarse la cabeza contra la pared por semejante dolor, y queremos calmarlo con cualquier cosa. Imaginemos que nos dicen que tendremos que aguantar ese dolor por un año. ¡Sería una locura! Pero si nos dicen que tendríamos que convivir con ese dolor toda la vida, ¡sería terrorífico! Vayamos más allá y pensemos que el Infierno es solamente eso, un dolor de muelas que no termina jamás. Si lo pensamos un poco es para volverse loco.
Ahora bien, sabemos por revelación que el Infierno no es solo un dolor de muelas eterno, sino que se define como todo mal sin mezcla de bien alguno.
Y nosotros, por nuestros pecados continuos, estamos poniéndonos en peligro de ir allí, no solo con el alma sino también con el cuerpo.
Recordemos esto, que tanto en el Cielo como en el Infierno estaremos con el cuerpo, y entonces usemos bien de este cuerpo en la tierra, para que no nos arrastre al mal sino que sea un instrumento que nos ayude a alcanzar el Paraíso y a evitar el Infierno.