Consagración de los niños a la Santísima Virgen María:

(Para ser pronunciada por un adulto en presencia de los niños)

Santa Virgen María, Madre celestial de todos los seres humanos, en unión con los corazones de todas las madres cristianas, padres, y educadores, y en nombre de la iglesia de Jesucristo, vengo yo a confiarte estos niños al cuidado poderoso de la Reina del cielo y de la tierra. Dígnate vivir en ellos y llenar todos sus días con la luz del amor de Dios.

Para que estas almas realicen el plan que Dios abrigó cuando nacieron, te pido:

Concédeles resistencia a las incontables tentaciones del mundo.

Protégelos de todas las amenazas a su pureza de cuerpo, corazón y espíritu.

Conserva en ellos el amor al verdadero pensamiento, sentimiento y deseo cristiano.

Impera en su corazón y en su espiritu en cada instante de tentación y a cada decisión que tomen en el camino de su vida, para que sean preservados de todo pecado y vicio.

Que su libre voluntad sea dirigida por Ti de tal modo que lleven una vida que sea santa y fecunda para los planes y las obras de Dios.

Que su amor a Dios a Ti y a todas las criaturas permanezca más grande que toda ambición material.

Sé la Señora de su sendero por la vida en días de sol y de tormenta, en la alegría y en las pruebas, para que todas sus acciones sólo den servicio a las obras de Dios.

Sé la luz de su esperanza en todos sus sufrimeintos y toda tristeza, para que también perseveren en los días de fracasos y desánimos en la lucha de por vida por la santidad de su alma, el regalo más valioso que Dios les ha dado.

Santa Virgen María, Madre de Jesús, a Ti te confío estos niños. Dígnate hacerlos florecer como los capullos en el abundante árbol del cristianismo y dígnate acompañarlos a la puerta del paraíso; pues ellos nacieron para la bienaventuranza con Dios y Contigo.

Consagración de parte del niño/a a la Santísima Virgen María:

(Para ser pronunciada por el/la niño/a)

Santa Virgen María, Madre de Jesús, hoy me entrego a Ti, con todo lo que soy y todo lo que tengo, para pertenecerte a Ti y ser una florecita para Ti y para Jesús.

Dígnate ocuparte de mí mientras viva. Para ello yo te doy toda mi alegría.

Dígnate protegerme en todas mis dificultades. Para ello te doy toda mi preocupación.

Dígnate enseñarme a amarte a Ti y a Jesús todos los días. Para ello te doy cada día mi pequeño sacrificio.

Dígnate enseñarme a vivir como Jesús. Para ello te doy todos los días mis pequeñas oraciones.

Haz brillar el sol en mi corazón. Para ello  yo mismo(a) quiero ser un sol para todas las personas, para todos los animales y para todas las flores.

Querida Madre celestial María, ven y vive ahora en mi corazón, para que todos los días pueda compartir todo Contigo. Para ello me entrego yo mismo(a) a Ti.