Yo crecí protestante. Después de mi conversión a la fe católica en 1977, yo no podía sentir ninguna conexión personal a María. Escuchaba lo qué otros con más experiencia decían de ella, pero simplemente no parecía verdadero. Aprendí a rezar el Rosario, pero me parecía aburrido y menos significativo que mis otros métodos de rezar.
Después de unos cuantos años de tratar y fallar en entender cómo experimentar la participación maternal de María en mi vida, yo renuncié y le dije a Jesús que si él quería que tuviera una relación con su madre, él tendría que presentármela. Unos cuantos años más pasaron.
En 1990, conseguí un trabajo como periodista para un periódico católico. Un día, fui invitada a escribir acerca de un orador Mariano llamado Wayne Weible, que visitaba mi diócesis. Al entrevistar al hombre que había organizado el evento, él me dijo que Nuestra Señora personalmente me había escogido para cubrir esa historia. ¡Guau! ¿Ella me escogió? ¿Esto no fue tan solo una decisión de mi redactor? ¡Qué detalle!
Seguí a Wayne de iglesia a iglesia para escribir mi artículo. Lo cuestioné, lo escuché, rece con él. Miré a personas darle las gracias por sus palabras. Algunos de ellos le daban regalos, tales como un crucifijo y un retrato de María. Cada vez, él volteaba hacia mi y me decía, "Tu madre quiere que tengas esto". ¿De verdad? ¿María quería darme regalos por medio de estas personas?
Yo no estaba convencida. Ella continuaba siendo una extraña. Yo sabía de ella, pero parecía que había muerto mucho tiempo atrás y que estaba muy lejos. Esa noche antes de irme a dormir, le dije a Jesús otra vez que si él quería que tuviera una relación con su madre, él tendría que hacerlo posible.
La mañana siguiente, yo me desperté sintiéndome muy diferente. No me preguntes cómo sucedió, pero yo ahora tenía una comprensión genuina de quien era María para MÍ: Cuánto ella ME ama, me conoce, se preocupa por mí, reza por mí, reza conmigo, y trabaja para alcanzar muchas cosas buenas para mí. Ella ha sido muy querida para mí desde entonces. Ella me dirigió para empezar ESTE ministerio de Las reflexiones del Evangelio muchos antes de que yo supiera lo que Dios me estaba pidiendo.
Tú le importas a María también y cada persona que conoces también. Desde los cielos, ella llora por los que rechazan a su Hijo, y ella ríe de alegría con los que se deleitan en el Señor. Ella es verdadera. Su amor por ti es verdadero. Ella quiere tanto tener una "experiencia como la de Isabel" con cada uno de nosotros y alabar al Señor con nosotros. Ella quiere que cantemos nuestro propio Magníficat con ella. Esta es la base de nuestra relación con ella: "Mi alma proclama la grandeza del Señor. ..."
¡Imagínate a ustedes dos haciendo este dueto para el Padre! ¡"Dios que es poderoso ha hecho cosas grandes para nosotros, y santo es su nombre"!
Reflexión de Las Buenas Nuevas