La importancia de un saludo
Un señor trabajaba en una planta empacadora de carne en Noruega. Un día, terminando su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo; se cerró la puerta con el seguro y se quedó atrapado dentro. Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba. La mayoría de los trabajadores se habían ido a sus casas, y era casi imposible escucharlo por el grosor que tenía esa puerta.
Llevaba cinco horas en el refrigerador, al borde de la muerte. De repente, se abrió la puerta. El guardia de seguridad entro y lo rescató.
Después de esto, le preguntaron al guarda a qué se debió que se le ocurrió abrir esa puerta, si no era parte de su rutina de trabajo?
Él explicó: -Llevo trabajando en esta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran a la planta cada día. Este señor es el único que me saluda en la mañana y se despide de mí en las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible. Hoy me dijo: ¡Hola, buenos dias! -a la entrada, pero no escuché su ¡Hasta mañana!
Yo espero por ese ¡hola, buenos días!
y ese ¡hasta mañana! cada día. Sabiendo
que todavía no se había despedido de mi, pensé que debe estar en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué y lo encontré.
(Autor desconocido)
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