Yo no hago mal a nadie.
Algunos creen que es suficiente con no hacer mal a nadie y pueden pecar tranquilamente de pensamiento o de obra, mientras dejen vivir tranquilos a los demás.
Esto es un gravísimo error porque quien peca, aunque sea solo de pensamiento o en forma individual, su pecado repercute en toda la humanidad, puesto que todos los hombres formamos una gran familia, y lo malo que hace uno influye en todos, y también lo bueno que realiza otro afecta a todos.
Por eso hay que evitar el pecado a toda costa, porque todo pecado es un mal enorme, e incluso los castigos como el reciente terremoto de Japón, son consecuencias del aumento de los pecados de los hombres.
Ya lo ha dicho el Señor: “Si no hacéis penitencia, todos pereceréis”. Y esto es lo que urge hacer, lo que urge decir, porque si la humanidad no vuelve de corazón a Dios y deja de pecar, cada vez habrá más desastres naturales, guerras, enfermedades, revoluciones y toda clase de castigos.
Abramos los ojos y démonos cuenta que el pecado es la única causa del mal en el mundo, y no pequemos más para no aumentar sobre el mundo y sobre nosotros, el peso de la Justicia de Dios.
Los mandamientos son diez, y hay que cumplirlos los diez. Y tan pecador es quien asesina a sangre fría, como quien comete un pecado de pensamiento.
Entonces hagamos cosas buenas, obras buenas y dignas del Cielo, y reparemos con nuestro sufrimiento todo el pecado del mundo, porque solo si reparamos el mal, este mundo se mantendrá en la existencia.