En la sagrada consagración,
adora con amor seráfico a mi Jesús escondido en la Hostia,
bajado desde el cielo.
Ora por aquellos que me aman entrañablemente,
y por los que me causan dolor,
que la sangre de Jesús pueda limpiar todos los corazones que sufren
y dé alivio a las almas.
Cuando el sacerdote tome la Comunión tráeme a mi Señor,
que su dulce corazón pueda estar en el mío y yo ser su templo.
Ora para que el divino sacrificio pueda borrar todos los pecados del hombre.
Luego tráeme a casa la bendición de Jesús.
La promesas de todas las gracias.
Amén