El fenómeno de la violencia de género es multidimensional, ya que sus causas,
consecuencias y repercusiones se dan en los ámbitos públicos y privados, y
afectan tanto a las víctimas directas de la violencia como a sus seres queridos.
Durante su ciclo de vida, mujeres y hombres están expuestos a situaciones de
violencia que varían según su entorno familiar y social y, en particular, por su
sexo. La principal característica de la violencia de género es que se trata de
violencia ejercida por hombres hacia las mujeres ante situaciones de
desigualdad o subordinación femenina. De aquí que la violencia que padecen
los hombres proviene generalmente de otros hombres; por lo que ésta no tiene
una acepción de género.
En el ámbito familiar, la violencia de pareja deriva también en violencia hacia
los infantes, en la medida que éstos atestiguan agresiones entre los padres. En
los hogares donde existen mujeres violentadas por su pareja, tienden a darse
más casos de maltrato infantil que en los hogares sin violencia doméstica.
Vivir situaciones de violencia durante la infancia suele ser una condición para
reproducirla en la juventud y la vida adulta, tanto si se trata de hombres
perpetradores, como de mujeres víctimas de la violencia de género. Estudios al
respecto evidencian que las probabilidades de que una mujer sufra violencia de
pareja se asocia con la presencia de antecedentes de violencia intrafamiliar
durante su infancia.
La violencia de pareja inicia por lo regular durante las relaciones de noviazgo, y
en la mayoría de los casos continúa y se acentúa en la vida conyugal; en una
proporción importante sigue manifestándose después de terminada la relación
violenta, con agresiones hacia la mujer por parte de la ex pareja.