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General: CANTAR DE CANTARES
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De: Delfina (Mensaje original) |
Enviado: 29/11/2011 21:31 |
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CANTAR DE CANTARES
Níveo cáliz de magnolia decorando los retoños de la rama como ánfora de sueños es tu frente. Sí, tu frente hija mía, madre mía, novia mía, es el gótico remate de la rama, su divino corolario: es el grave, pausadísimo insensario, cuya mirra de sapiencia por mi templo se derrama.
Radiaciones de las mieses,- rubias ondas encrespadas y brillantes y crujientes de los trigos, -tus cabellos,- ¡tus cabellos, cuando sueltas las cascadas de tus rizos! Son las hebras rubicundas y brillantes de la testa de las diosas, de las diosas imperiosas y graciosas bajo el casco de sus crines enrizadas y flotantes.
Como sello de turquesas,- de turquesas bien profundas, bien extrañas, bien azules, como el aire,- son tus ojos; grandes ojos vagamente sorprendidos al mirarme: son dos piedras bien azules, bien extrañas que incrustaron los querubes,- los que ciñen a los astros con las nubes,- bajo el arco y en el fleco de tus cejas y pestañas.
Cicatrices de caricias,- cicatrices de dos besos fraternales de las almas de dos lirios,- tu oyuelos: tus oyuelos inestables, intangibles, indelebles: son las huellas de dos besos fraternales que te dieron al venirte, que te dieron, al salir a despedirte, los dos ángeles mas puros de los coros celestiales.
Florecitas de durazno que la veste de las auras amontona bajo el cielo de la tarde, tus mejillas; tus mejillas de sedosos, inefables terciopelos: son las flores que un arcángel amontona, bajo el cielo de tus ojos, por los balles de sonrisas y sonrojos que divide tu severa naricita de matrona.
Como pétalos de rosa, como pétalos de rosa purpurada, - purpurada como sangre,- son tus labios; esos labios que predican candorosos evangelios: son dos pétalos de rosa purpurada que calleron en la nieve; son el borde que resuena, que se mueve, de aquel vaso de Sajonia, de tu barba nacarada.
Blanco polvo sacarino que decora rojos néctares de fresas, tamarindos y granadas, son tus dientes; bellos dientes como hermanos amorosos que se juntan: son azúcar en la crátera de fresas de tu boca cuando ríes; son diamantes de Golconda que deslíes en el bálsamo bendito de tus besos, cuando besas.
Caracoles nacarados, nacarados caracoles pequeñitos de la playa de los mares, tus orejas; tus orejas yo no sé por qué rubor enrojecidas: son dos rojos caracoles pequeñitos que te llevan al augurio, que le llevan a tu espíritu el murmurio de las cosas venideras, de los tiempos infinitos.
Bella página de un libro,- bella página de un libro de oraciones con estampas bizantinas,- tus afectos; tus afectos transparentes y profundos como el éter: son la página del libro de oraciones donde rezan los nenitos,- donde buscan los nenitos, ¡pobresitos! las Madonas y los Cristos de radiantes corazones.
Como lámpara votiva que llenase de fulgores el santuario de algún pálido Ecce homo, tu gran alma; superalma de una dulce, femenina fortaleza: en la lámpara votiva del santuario, que fulgura gravemente, que derrama gravemente, tiernamente, sus bondades luminosas en la cruz de mi calvario.
Como el bíblico poeta, como el rey de los proverbios seculares que no pasan, que no mueren, yo te canto; sí, te canto hija mía, madre mía, novia mía: con palabras que retumben seculares, que no pasen, que no mueran, que los hombres para siempre las profieran como el cántico sublime del cantar de los cantares.
Poema de: Pedro Bonifacio Palacios
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De: Delfina |
Enviado: 30/11/2011 01:16 |
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De: Maryel |
Enviado: 01/12/2011 00:38 |
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