Obras de Misericordia
Palabra de aliento.
¡Cuántas veces los hombres nos desanimamos y desalentamos ante las adversidades de la vida! Es el arma preferida del demonio el desaliento, que utiliza contra las almas para enredarlas en pecados y llevarlas paulatinamente a la depresión, a la tristeza y desesperación.
Por eso ¡qué gran obra de misericordia realiza el que dice unas palabras de aliento a quien está abatido! Con unas pocas palabras se puede salvar un alma, salvar una vida. Y así como Dios pedirá cuentas hasta de la más mínima palabra inútil que hayamos dicho; también dará un gran premio a quien haya dicho palabras edificantes, y entre éstas, las que hayan sido de consuelo y aliento.
No cometamos el error de descorazonar aún más a quien está descorazonado. Porque muchas veces en lugar de ayudar a levantarse a una persona, la tiramos más hacia abajo, y como que ayudamos a lapidarla, le tiramos piedras, en lugar de quitarle las piedras que otros le han tirado.
Y en esto, como en todo, hay que ser buenos; porque si somos buenos, entonces actuaremos bien y no seremos malvados con quienes están tristes o agobiados, desalentados o alicaídos, y Dios nos recompensará con la alegría espiritual. Y si alguna vez el desaliento nos alcanza, Dios nos mandará quien nos consuele y aliente, porque quien fue misericordioso, también obtendrá misericordia.
Jesús, en Vos confío.