Infancia espiritual
Amor.
Debemos darle amor a nuestro buen Dios, porque sólo eso es lo que quiere el Señor de nosotros, puesto que Él no necesita de nada ni de nadie y todo es suyo, pero a veces Él no es dueño de nuestro corazón, porque lo hemos dado a las criaturas.
Es tiempo de entregarle el corazón a Dios, para vivir la infancia espiritual, como los niños que amorosamente se entregan confiadamente en los brazos de sus padres, y no saben otra cosa que darles amor a ellos, especialmente lo niños más pequeñitos. Y Dios quiere lo mismo de nosotros, porque nos ha creado por amor y para amar, y nuestro corazón no estará satisfecho sino cuando lo cumplamos a la perfección.
El amor es la síntesis de todo lo que debemos practicar en la vida espiritual, porque todas las devociones y prácticas religiosas nos deben llevar al amor a Dios y al prójimo, puesto que de lo contrario serían prácticas inútiles y aún nocivas.
Dios nos ama y nos ha creado por amor y para que al final de esta vida vayamos al Cielo a amarlo por toda la eternidad. ¿Por qué no comenzamos ya desde este mundo a amar a Dios con todo nuestro ser, para que como María, elijamos la mejor parte que no nos será quitada?