Te amo.

Divino Niño Jesús, ¡cuánto te amo Pequeño Grande! Tú eres todo para mí, y nunca me fallas cuando te pido algo con urgencia por los méritos de tus doce años de infancia.
Querido Niño Jesús, ten compasión de mí y ven en mi auxilio en todas mis necesidades, especialmente las materiales, que muchas veces me llevan al borde de la desesperación y a la angustia. Tú has dicho que si somos generosos contigo, Tú serás generoso con nosotros. Y que cuanto más y más generosos seamos contigo, Tú más y más serás generoso con nosotros. Pues en esta promesa quiero basarme para hacer mucho por ti y por la salvación de las almas, porque a ti sólo te interesa la salvación de los hombres, y yo te prometo a partir de hoy, dedicarme por entero a la salvación de las almas a las que tanto amas.
Sé que no tengo muchos bienes de fortuna, pero la misericordia espiritual la puedo practicar fácilmente, y así tú estarás contento de mí y me regalarás inmensos dones de gracia y de providencia.
Niñito Jesús, estoy feliz de tenerte como Amigo, como mi mejor amigo, pues todo lo que me pasa te lo puedo contar a Ti, que estás siempre dispuesto a escucharme y aconsejarme en lo hondo de mi alma. Sólo ayúdame a guardar un poco de silencio para escuchar más claramente tu dulce voz.
¡Te amo, Divino Niño, y espero ser cada vez más de tu agrado en todo, para que derrames sobre mí y sobre los míos, torrentes de gracias de todas clases!
¡Bendito seas Niño Dios!