Quince minutos con el Divino Niño Jesús
Sencillez.
Divino Niño Jesús enséñame la sencillez. Que al igual que tú eres sencillo, por ser Niño y por ser Dios, que yo también sea sencillo, sin dobleces y simple como eres tú.
Sé que amas la simplicidad, porque quienes son simples se parecen a Dios, a ti, y por eso los amas.
Y la sencillez va de la mano con la sinceridad, porque quien miente y finge, no puede ser jamás sencillo.
Divino Niño, enséñame a ser simple como los pastores que te fueron a saludar en Belén, porque ellos, por ser tan sencillos, merecieron la manifestación de los ángeles, y verte a ti, Dios Niño, en el pesebre, y junto a ti a la Reina del Cielo y de la Tierra, María Santísima.
¡Cuánto amas a los humildes y sencillos, Señor! Y yo quiero que me ames mucho también a mí, porque tu amor es consuelo en la vida, ya que no se puede vivir sin amor, y menos se puede vivir sin tu amor, el amor de un Dios.
Niño Jesús, ayúdame a imitarte en todo, porque si tú quisiste pasar por la etapa de la niñez, fue para un fin, de lo contrario no te hubieras humillado tanto si no fuera porque de ello se derivaba un gran bien para la humanidad. Y el gran bien es que aprendiéramos de ti a ser pequeños y sencillos, niños en el espíritu, para que Dios esté contento de nosotros, porque nos parecemos a Él.