EL DON DE LAS ESTRELLAS
Og Mandino y Buddy Kaye
Aléjate de la muchedumbre y de su afán infructuoso de fama y
oro. Nunca vuelvas atrás la vista una vez que hayas cerrado tu puerta al
deplorable tumulto de la codicia y la ambición. Enjúgate las lágrimas del
fracaso y el infortunio. Pon a un lado tu onerosa carga y descansa hasta
que tu corazón haya recuperado la calma. Consérvate en paz. Ya es más
tarde de lo que piensas, pues tu vida terrena, en el mejor de los casos, no
es más que un parpadeo entre dos eternidades.
Desecha todo temor. Nada puede dañarte aquí, solo tú mismo.
Haz aquello que temes y aprecia con orgullo esas victorias. Concentra tu
energía. Estar en todas partes es tanto como no estar en ninguna. Sé celoso
de tu tiempo, porque es tu mayor tesoro. Recapacita sobre tus metas. Antes
de permitir que tu corazón se aficione demasiado a algo, examina la
felicidad de que gozan los que ya tienen lo que tú deseas. Ama a tu familia
y ten muy presente tu ventura. Piensa con cuánto afán la buscarías si no la
poseyeras.
Haz a un lado tus sueños imposibles y lleva al cabo la tarea
que tienes a tu alcance, por desagradable que sea. Todos los grandes éxitos
resultan de trabajar y saber esperar. Sé paciente. Los retrasos de Dios no
son negativos. Espera. Mantente firme. Ten presente que tu tesoro siempre
está cerca. Lo que siembres, bueno o malo, eso será lo que coseches.
Nunca culpes a los demás de tu situación. Eres lo que eres
por decisión tuya; eso es todo. Aprende a vivir en una pobreza honrada, si
así deber ser, y ocúpate en cosas más importantes que en llevarte el oro a
la tumba. Nada de hacer concesiones a las dificultades. La ansiedad es la
herrumbre de la vida y cuando agregas las cargas de mañana a las de hoy, su
peso resulta intolerable. Aléjate de la compañía del quejumbroso y más bien
da gracias por tus derrotas, no las sufrirías si no las necesitaras
Aprende siempre de los demás. El que se enseña a sí mismo,
tiene por maestro a un necio. Sé cuidadoso. No hipoteques tu conciencia.
Lleva tu vida como si tuvieras que pasarla en una palestra llena de gente
chismosa. Evita la fanfarronería. Si ves en ti algo que te hincha de
orgullo, obsérvate más de cerca y encontrarás materia más que suficiente
para ser más humilde. Sé sensato.
Date cuenta de que no todos los hombres han sido creados
iguales, porque no hay igualdad en la naturaleza. Sin embargo, jamás ha
nacido un hombre cuyo trabajo no haya nacido con él. Trabaja cada día como
si fuera el primero, pero trata con ternura las vidas que tocas, como si
todas debieran acabarse a media noche. Ama a todos, incluso a los que te
repudian; el odio es un lujo que no puedes permitirte. Busca a los
menesterosos. Aprende que el que da con una mano recogerá siempre con dos.
Consérvate en buen estado de ánimo. Por encima de todo
recuerda que necesitas muy poco para llevar una vida feliz. Mira hacia
arriba. Camina siempre adelante. Aférrate a Dios con sencillez y recorre en
silencio tu sendero hacia la eternidad, con caridad y con una sonrisa.
Cuando partas, todos dirán que tu legado fue dejar un mundo mejor del que
encontraste.
Y sobre todo recuerda que la humildad es la etiqueta que
exige el ceremonial para las audiencias con Dios…
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