Infancia espiritual.
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Divino Niño Jesús, enséñame a ser pequeño como tú, sencillo como tú, para que el Padre celestial esté contento de mí, y me revele sus secretos, que sólo revela a los pequeñuelos.
Ayúdame a permanecer siempre pequeño y a no querer hacerme “adulto”, puesto que el Padre ya no me tendrá en su regazo, si quiero hacerme grande.
En cambio te ruego que me infundas tus sentimientos y tu inocencia, para que, a pesar de mi edad, yo sea un párvulo en el camino que lleva al Cielo, y Dios me tenga por predilecto.
Divino Niño Jesús, ten compasión de mí, que a veces quiero actuar por mi propia cuenta, y un niño pequeño nunca actúa por sí sólo, sino que se deja llevar por su madre, por su padre, y así quiero ser yo también en la vida espiritual, no quiero dar un solo paso por mi cuenta, sino sólo seguirte a ti, Jesús, y a María, mi Madre toda bondad.
En estos tiempos el demonio ha llevado a la humanidad por el camino de la soberbia y el orgullo, y ahora sólo quien se hace pequeño y se mantiene pequeño, puede ver y comprender a Dios. Que yo sea uno de estos privilegiados, y para lograrlo, ayúdame a perseverar en la oración del Rosario, que me forma en la pequeñez y sencillez de corazón.
¡Bendito seas Divino Niño! No me dejes sin tu Providencia generosa.