Fragmento del Diario de Santa Faustina Kowalska,
"La Divina Misericordia en mi alma", con comentario
Mirar la cruz.

561 (30) Una vez vi aquella imagen [201] [en] una pequeña capillita y en un momento vi que de aquella pequeña capillita se hizo un templo grande y bello, y en aquel templo vi a la Santísima Virgen con el Niño en los brazos. Luego el Niño Jesús desapareció de los brazos de la Virgen y vi una imagen viva de Jesús crucificado. La Virgen me dijo que me comportara como Ella: a pesar de los gozos, siempre mirara fijamente la cruz y me dijo también que las gracias que Dios me concedía no eran solamente para mí sino también para otras almas.

Comentario:

La devoción a la Divina Misericordia está íntimamente relacionada con la Cruz del Señor, porque fue en la cruz que el demonio ha sido vencido y de donde brotó la Misericordia de Dios del Corazón herido y traspasado de Cristo.

Por eso nosotros que somos los Apóstoles de la Misericordia, si bien tenemos que caracterizarnos por una gran confianza en la misericordia de Dios, también debemos tener un gran amor a la Cruz de Jesús, y por supuesto también aceptar y ofrecer nuestras propias cruces, recordando que todas las gracias vienen al mundo a través del sufrimiento, pues esa es la moneda con la que se compran las almas, con la que se salvan pecadores.

Tenemos que caracterizarnos por un gran amor a la Pasión del Señor, y evidentemente Jesús también le inculcaba esto a Sor Faustina, puesto que quería que a las 3 de la tarde ella rezara el Vía Crucis, si no podía estar frente al Santísimo Sacramento.

De la meditación y contemplación de los sufrimientos de Cristo, sacaremos fuerzas y luces para sobrellevar nuestras cargas, para aliviar las cargas de los demás, y sobre todo, recibiremos innumerables y escogidas gracias, que no son sólo para nosotros, sino que son también para muchos de nuestros hermanos, y así nos transformaremos como en canales por donde pasarán las gracias de Dios a las almas.