En el amanecer vemos hacia oriente, nos orientamos. ¿Qué vemos en oriente? El sol naciente. Con el sol naciente la creación nos habla de Cristo, Luz del mundo. Y el sol naciente nos ayuda a orar al amanecer. Nos ayuda a orar porque la creación proclama la gloria de Dios.
El sol que vence las tinieblas no es un ser mudo, sino que nos habla de nuestro Creador y Redentor. Como dice San Pablo: «desde la creación del mundo, lo invisible de Dios se deja ver a la inteligencia a través de sus obras» (Rm 1,20) y san Atanasio: «El firmamento, con su grandeza, su belleza y su orden, es un admirable predicador de su Artífice, cuya elocuencia llena el universo» (PG 27,124).
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