GASTOS Y CAPRICHOS
Un asunto muy delicado es siempre el relativo al dinero y a los gastos. Recordamos: ni en los bienes propios gozamos de un derecho absoluto. Con ellos debemos resolver la economía familiar y hemos de ayudar a nuestros semejantes.
Por encima de nuestros caprichos está la necesidad del prójimo. Por eso a la hora de gastos superfluos hemos de ponernos la mano en el corazón y pensar en las personas que padecen penuria. No nos escudemos en que proporcionalmente colaboramos más que muchos; ni en los gastos que hacen las naciones poderosas en armamentos. Tampoco debemos angustiarnos no permitiéndonos los gastos convenientes. Sí educar a los niños en la responsabilidad de evitar gastos superfluos.
Hemos visto en la basura cientos de juguetes seminuevos, montones de revistas y libros, incluso colecciones enteras de discos en uso. Bastantes personas acomodarían dignamente su casa con muebles hallados en la basura. Hemos de educar a nuestros hijos en la austeridad, y para ello darles ejemplo. Y no condescender en gastos y caprichos inútiles.
A lo largo del calendario se van desgranando una serie de fechas que por tradición han de ser celebradas por la familia. Esto no lo consideramos superfluo; incluso es más que conveniente porque sirve para unirnos, mostrar amor y relacionarnos con familiares y amigos. El cumpleaños o santo de cada uno es el día en que nos sentimos más importantes, deseosos de algún pequeño homenaje por parte de las personas que amamos. Hemos de celebrarlo con ilusión. Por la mañana, un disco del mayor agrado del homenajeado puede servir de aurora gozosa. Acudir a Misa todos juntos para ofrecerla por aquel miembro de la familia. Frecuentes alusiones a su fiesta le harán en todo momento sentirse importante y feliz. Un regalo de algo que, tal vez hace tiempo deseaba, llenará de satisfacción su espíritu. En la oración de la noche meditar en el paso de los años, la importancia del tiempo, la necesidad de aprovechar hasta los últimos minutos en el cumplimiento del deber, la obra de santificación y extensión del Reino de Dios.
(José María Lorenzo Amelibia)