LA SOMBRA FUGITIVA
Este viento tan cálido que recompone ahora un verano tardío; la luz anaranjada del cuarto y la penumbra de los libros que aguardan al lector del invierno. Las breves y oscilantes líneas de sol dispuestas, la desdichada espera de quien cifró en la huida la razón y el principio y reconoce apenas que una ciudad le acecha y ésta será la única. Aquél que en la distancia quiso amar lo recóndito y el tiempo le devuelve la certeza del sitio. Aquél éste que ahora -ya decía- se empeña, y recupera en vano lo que nunca ha existido, y en el viento que entra, cuando atardece, observa, toma papel y escribe. Yo mismo, el que contempla el río entre las hojas, cierra la puerta y vuelve a ocupar su costumbre. Aquél al que le basta la sombra fugitiva, el instante, esa efímera razón de permanencia.
àlvaro Valverde
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