Sin embargo no todas las personas creen en esto. Mi historia me la contó mi abuelita, que ya murió. Esto le pasó a un compadre de ella; dice que don Antonio (así lo llamaré) siempre fue un hombre alcohólico por eso su mujer y sus hijos lo dejaron, por lo que vivía con su madre, una ancianita todo ternura, tan dulce y muy conocida por su bondad, nada que ver con su desobligado vástago.

Resulta que la señora enfermó gravemente de pulmonía y las personas del pueblo la iban a ver y a cuidar, pero su hijo agarró más la botella con esa excusa. Sólo llegaba por las noches a llorarle a su madre su "mala fortuna". Así pasaron los días y, una noche, Antonio la encontró muerta y con los ojos mojados en llanto. Antonio se perdió de borracho; las personas del pueblo se encargaron del entierro y todo.

Bueno, pues pasó un año, Antonio seguía de borracho, llegó el día de Todos los Santos y su compadre le dijo que pusiera su altar, sus veladoras y sus frutas para su mamacita que iba a venir, que al menos, si en vida no le había cumplido, que ya muerta viera su arrepentimiento. Antonio soltó una sonora carcajada diciendo que no creía en eso, que los muertos, muertos estaban, que eran tonterías y no haría esas payasadas. El compadre respondió; ¡Ay Antonio qué equivocado estás, que Dios y tu Mamacita te perdonen!, y se fué.

Pues pasaron los días de Todos Santos, y como siempre, él tomado hasta el tope, el último día, cuando se despide a los familiares, Antonio venía del pueblo vecino; eran cerca de las 7 de la noche y no estaba muy obscuro. Ya estaba llegando al pueblo cuando a lo lejos, en una vereda divisó una procesión de gente, que llevaban manjares, flores, iban muy contentos, rezando, cantando, menos una persona, una ancianita que iba llorando amargamente, en sus brazos llevaba sólo un pequeño ramillete de flores secas, en su rostro se reflejaba la más absoluta tristeza que alguien pueda experimentar.

Antonio se cimbró de pies a cabeza; "Es mi madre, mi mamacita, perdón Dios, es verdad, perdón madre, regresa para que te recompense de tanto dolor, regresa madre, te quiero, regresa".

La procesión se fue. Antonio corriendo, implorando perdón a todos los santos corrió a la iglesia, en donde descargó todo su dolor.

Mi abue cuenta que desde ese momento como arte de magia Antonio cambió totalmente, dejó su vicio, buscó a sus hijos y a su mujer, rehizo su familia y sin falta el día de Todos los Santos organizaba las misas, era el más creyente. Sobre todo en su hogar nunca faltó el altar para su madre, el altar más grande que se hubiera visto, con exquisitas viandas, flores, frutas, veladoras y la imagen en el centro de su Madre.

Disculpen si no es una historia de terror, pero siempre quise contarla, y ustedes ¿qué opinan?, realmente, ¿los muertos regresan en Todos Santos?.