ORACIÓN A JESÚS, BUEN PASTOR
Buen Pastor
enseña a los jóvenes aquí reunidos;
enseña a los jóvenes de todo el mundo
lo que significa «dar» su vida
mediante la vocación y la misión.
Como enviaste a los Apóstoles
a predicar el Evangelio
hasta los confines de la tierra,
lanza ahora tu desafío a la juventud de la Iglesia
para que cumpla la gran misión de darte a conocer
a cuantos aún no han oído hablar de ti.
Da a estos jóvenes la valentía
y la generosidad de los grandes misioneros del pasado,
de suerte que, a través del testimonio de su fe
y su solidaridad con todos sus hermanos y hermanas necesitados,
el mundo descubra la verdad, la bondad
y la belleza de la vida que sólo tú puedes dar.
Enseña a los jóvenes aquí reunidos
a llevar tu mensaje de vida y verdad,
de amor y solidaridad,
al centro de la metrópoli moderna,
al centro de todos los problemas
que afligen a la familia humana al final del siglo veinte.
Enseña a estos jóvenes
a hacer buen uso de su libertad.
Enséñales que la mayor libertad
consiste en entregarse totalmente.
Enséñales el significado
de las palabras del Evangelio:
«El que pierda su vida por Mí, la encontrará» (Mt 10, 39).
Por todo esto, buen Pastor, te amamos.
Los jóvenes aquí reunidos
te aman porque aman la vida,
el don del Creador.
Aman su vida humana
como el sendero por el que pasarán
en medio de este mundo creado.
Aman la vida como tarea y como vocación.
Y aman también la otra vida
que el Padre eterno nos ha dado
por medio de Ti:
la vida de Dios en nosotros,
el mayor regalo que nos has dado.
Tú eres el buen Pastor. Y no hay ningún otro.
Has venido para que tengamos la vida,
y la tengamos en abundancia.
La vida, no sólo a nivel humano,
sino también en la medida del Hijo,
el Hijo en el que el Padre se complace eternamente.
Señor Jesucristo,
te damos gracias por haber dicho:
«Yo he venido para que tengan vida
y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10).
Los jóvenes de esta Jornada mundial de la juventud
te dan las gracias desde lo más profundo de su corazón.