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General: El collar: un cuento perdido y recobrado
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: amatisa  (Mensaje original) Enviado: 24/04/2013 22:11

El collar: un cuento perdido y recobrado

Este cuento lo leí hace más de mil vidas en una revista que no valía la pena, y sin embargo la historia me sorprendió tanto que todavía me acuerdo de la ilustración que la acompañaba, y de la sensación de desasosiego en la que me dejó cuando la terminé de leer. Pero solamente recuerdo el argumento casi desnudo, así que, con su permiso, pienso inventar todo lo que sea necesario para hacerla un poco más legible (no me queda opción, porque no me acuerdo los detalles del relato).

La cosa empieza así: Malena y su marido son un matrimonio de clase media con aspiraciones a algo más. El trabaja y provee el sustento de su familia con mucha comodidad, y ella es una señora que va todas las semanas a los shoppings (economiza comprando productos de grandes marcas con las promociones de las tarjetas de crédito… y cree que ahorra muchísimo!), va al gimnasio todas las tardes y adora viajar.

Pero Malena cree que podrían estar mucho mejor económicamente, tener mucho más de lo que tienen, todavía, y tal vez no se equivoque: ellos viven en un país en el que tener contactos hace la diferencia entre ser o no ser, así que esta es la cuestión, Hamlet: conseguir las relaciones necesarias para encumbrarse un poquitito más.

Malena tiene una amiga, Teresita, a la que envidia o admira por la buena vida que lleva (depende del día: si esa mañana Malena se levanta con la autoestima alta, idolatra a su amiga, sinó se envenena contra ella y no le perdona ni la más mínima tontería). Para Malena es difícil seguirle el ritmo de vida a Teresita, pero lo intenta, porque su ejemplo es una motivación concreta en su vida: le copia los gustos, las frases que usa, la ropa y el estilo.

Un día al marido de Malena le llega una invitación para ir a una fiesta muy elegante que hacen los directores más importantes de la compañía en la que trabaja. Malena va a acompañarlo. Se prueba mil veces su espléndido vestido negro, el que va a usar para la ocasión. Pero Malena no está satisfecha, porque sabe que si al vestido le agrega un collar importante, alguna joya de valor, el conjunto será imponente y logrará sorprender a los otros invitados. Malena es muy bella y todavía joven, quiere hacer valer sus encantos en esta oportunidad, tal vez de las últimas que le queden. Sueña con rescatar su hermosura de la monotonía de su vida. No tiene muchas otras chances de alternar con gente tan importante.

Como al descuido, deja caer un comentario sobre el collar en casa de Teresita. Ella tiene muchas joyas y casi con indiferencia abre los alhajeros y le ofrece las piezas que Malena quiera.

Malena elige una gargantilla de diamantes imponente. La enceguece la sensación de triunfo: la lucirá y se sentirá un reina… y al lunes siguiente se lo devolvería a Teresita y fin de la historia. Pero tendría para contarles a todas sus amigas sobre lo espléndida que había estado aquella noche.

Y así resultó. Malena estuvo divina, se sacó muchas fotos, fue el comentario de todas las otras señoras y se sintió realmente una Cenicienta en el día del baile. Radiante, se olvidó de todo: de ella, de Teresita, del collar. Y el collar en algún momento de la noche se le soltó de la garganta y se perdió.

No pudieron encontrarlo, obviamente, y ante la conciencia de Malena y de su esposo quedó esta gran disyuntiva bien planteada: qué hacer? ir con la verdad a Teresita u ocultar lo ocurrido, reponer el collar y aquí no ha pasado nada? Comprar uno nuevo sería muy costoso, habría que endeudarse y pasar estrecheces un tiempo, porque era una pieza a todas luces muy cara. Pero exponerse a la sospecha de los demás, a la mínima duda de que los amigos y conocidos creyeran que ellos habían hecho desaparecer el collar adrede para quedárselo, era todavía peor. Tácitamente, una condena social se establecería sobre ellos. Para Malena y su esposo, el ostracismo era el infierno más temido.

De modo que, con las fotos de la fiesta en donde Malena lucía la alhaja, fueron a un joyero para diseñar y encargar un collar similar. La reposición terminó costando una fortuna y, tal como habían previsto, tuvieron que renunciar a mucho de lo que ya tenían para pagarlo. Pero Teresita tuvo al poco tiempo la gargantilla refulgente en sus manos. No le dio importancia a la demora en devolverlo, apenas le echó una ojeada y lo volvió a guardar en su joyero. A Malena ese desprecio de su amiga a su enorme sacrificio le contrajo el corazón de resentimiento. Pero Teresita nada sabía de lo que realmente había acontecido, así que ella nada podía reprocharle.

Pasaron los años. Malena recordaba esa noche de esplendor cada vez que la amargura la invadía: habían renunciado a tanto por restituir ese collar! Los viajes, los pequeños o grandes gustos, las compras en tiendas exclusivas. Habían dejado de frecuentar a los amigos a los que les costaba seguir en su tren de vida, porque ahora apenas hacían frente a sus gastos.

Malena no veía mucho a Teresita, pero su amiga no parecía notarlo. Un día, sin embargo, Teresita despertó de su letargo indiferente y le preguntó por qué había cambiado tanto: qué había sido de esa Malena alegre y llena de amigos, de sus viajes de todos los años, de todo lo que le gustaba y la había definido durante tanto tiempo? Quién era ahora esa señora sola, gris y apagada, casi irreconocible, que se había adueñado del cuerpo de su amiga?

Malena se cansó de mentir. La única respuesta coherente era la verdad. Y ahí, un poco por despecho por todo lo que había pasado, herida por el costo de la renuncia sin reconocimiento, le contó la verdad: habían hipotecado todo lo que tenía para pagar el collar.

Teresita se la quedó mirando sin comprender: por el collar de aquélla fiesta? Pero qué ridiculez! Si era un collar de piedras falsas!

El cuento me pareció maravilloso, mis queridos, porque sin tener yo ni diez años ya alguien me había contado la historia sin fin de nuestra naturaleza humana de modo tal que hasta una nena tan pequeña la pudiera comprender: las cosas por sí solas no tienen valor, son eso, solamente cosas. El valor a todas ellas se lo ponemos nosotros. Es una fórmula inexplicable que mezcla nuestras expectativas e ilusiones, nuestra autenticidad o falta de ella para enfrentar la vida, y el reconociento de que de vez en cuando está muy bien cuestionarse lo que parece incuestionable para ponderar lo que realmente acontece.

Porque de lo contrario, podemos cometer errores: y es así como creemos que todo collar de diamantes que se cruza ante nuestros ojos es verdadero.







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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: perladelmar Enviado: 24/04/2013 22:57
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Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: DULCEPOEMA Enviado: 25/04/2013 02:01

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: XCristinaX Enviado: 25/04/2013 15:40


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